El día esperado por toda nuestra comunidad y durante mucho tiempo finalmente llegó: la gran final de los Intercolegiados. Como una de las representantes de mi colegio, me encontraba llena de emociones encontradas.
Mi colegio no llegaba a una final hace mucho tiempo, la ultima vez fue en este mismo torneo pero en la modalidad de fútbol, un partido contra el colegio Pompilio Martínez y si no mal recuerdo, quedaron subcampeones los muchachos del equipo.
El día empezó como un suele ser una jornada dentro del colegio, clases en la mañana, la gran final empezaba a las 11:30 por lo cual en la mañana las chicas del equipo y yo no nos encontrábamos nerviosas, simplemente esperábamos con ansias la hora del partido, en la hora del descanso llamaron a todo el equipo para dirigirnos al Coliseo "Fortaleza de Piedra" a practicar y prepararnos para este gran encuentro. Finalmente después de una hora de calentar y practicar todas nuestra tácticas y jugadas acabó el partido de voleibol masculino y por fin había llegado la tan esperada hora, era nuestro momento de brillar y hacer historia al llevarle el primer oro intercolegiado por parte de un equipo al colegio. Mentiría si digo que no estaba nerviosa pero en mi pensamiento y el de mis compañeras había un objetivo claro y conciso, ganar de una vez por todas.
Mientras caminaba hacia el coliseo para la final de los Intercolegiados, podía sentir la energía en el aire. La multitud estaba eufórica, animando y alentando a sus equipos favoritos. Cuando escuché mi nombre por el fuerte parlante, salí dando el inicio de la final, era la primera jugadora que se posicionó en la cancha para esperar a mi compañeras y no tardó en llegar el rugido de los aplausos, los cánticos y las barras resonaban en mis oídos, mi corazón latía rápidamente en mi pecho y mis emociones estaban a tope.
Las gradas estaban llenas de nuestra comunidad neoalejandrina, dándonos ánimos. Cada mirada cruzada con mis compañeras de equipo reflejaba la determinación en nuestros ojos. Estábamos listas para dejarlo todo en la cancha.
El partido comenzó y, aunque estábamos decididos a luchar, nuestro rival que aunque ya habíamos vencido anteriormente demostró ser un equipo formidable. Los puntos se sucedían rápidamente y, a medida que avanzaba el juego, nos dimos cuenta de que estábamos en desventaja por todos los nervios en nuestra contra. A pesar de nuestros esfuerzos por recuperar el control, cometimos errores y perdimos valiosas oportunidades de poder salvar el balón y evitar puntos.
La frustración y la decepción comenzaron a invadirnos a medida que el marcador se ponía en contra. Las miradas entre mis compañeras de equipo reflejaban desilusión. Sin embargo, nos recordamos mutuamente que debíamos mantener la cabeza en alto y seguir luchando hasta el final, porque después de tanto no podíamos rendirnos tan fácilmente.
A pesar de nuestras dificultades, encontramos algunos momentos de brillantez. Realizamos jugadas impresionantes y demostramos nuestra habilidad y trabajo en equipo en cada oportunidad, la felicidad y la fe aumentó cuando casi logramos remontar. Pero, lamentablemente, no fue suficiente para poder alcanzar al otro equipo. Finalmente llegó el último set, y cuando este llegaba a su fin, nos dimos cuenta de que la victoria estaba fuera de nuestro alcance.
Las lágrimas de frustración y tristeza eran evidentes en los rostros de mis compañeras de equipo cuando acabamos el partido. Nos consolamos mutuamente, recordándonos que la derrota es solo una parte del camino y que debíamos aprender de esta experiencia para crecer mejor y volver el siguiente año con más fuerza.
Al llegar al colegio, todos los estudiantes estaban ahí, en la entrada esperandonos y gritandonos que éramos unas campeonas a pesar de quedar en segundo lugar, pasamos por la larga entrada completamente invadida por los estudiantes, y no tardaron en salir las lágrimas que estaban llenas de distintas emociones: rabia, felicidad, frustración, orgullo y demás cosas sentimos al ver a todos dándonos apoyo.
Y aunque no logramos el resultado deseado, nuestra experiencia en los Intercolegiados nos enseñó la importancia de mantenernos unidos como equipo y aprender de nuestros errores. Descubrimos que la derrota nos hace más fuertes y nos impulsa a seguir adelante para el siguiente año.
Grado: 10mo
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